Naranja Confitada

Cáscara de naranja confitada: ¿Cómo lo hacemos?

Conservar los alimentos es una necesidad humana muy antigua. Las investigaciones indican que unos 3000 años antes de Cristo, es decir 5000 años antes de nuestros días, ya los chinos habían encontrado en la salmuera un mecanismo para prolongar la vida útil de los alimentos. Siglos después los antiguos Romanos aprendieron a utilizar la miel y la azúcar con el mismo fin.

Sumergir los alimentos en soluciones con alto contenido de sal o de azúcar inhibe la proliferación de bacterias y de esta manera extiende la vida de los alimentos. Cerca del siglo XVI fueron los árabes quienes comenzaron a conservar frutas en azúcar. Pero en general todo aquel aventurero que se diera a la tarea de recorrer el mundo, debía en sus viajes, aprovisionarse de comida en conserva.

En la actualidad contamos,  como principal método de conservación, con la refrigeración o la congelación luego ya no es necesario someter los alimentos a los procesos de “Salazón” cuando son carnes o pescados o a procesos de “Confitura” cuando son frutas. Pero nos han quedado las delikatessen que siguen utilizando estos procedimientos.

Un ejemplo de ello: La cáscara de naranja confitada.

Truffelinos, desde hace más de 40 años mantiene la tradición de confitar la cáscara de naranja y cubrirla con chocolate. Producto emblema de nuestra casa y que ha sido disfrutado por generaciones y generaciones de clientes y amigos.

¿Cómo hacemos nuestra naranja confitada?

Como todos los procesos en Truffelinos, este responde a viejas recetas heredadas de la abuela.

Aprendimos de ella “Si echas cosas buenas a la olla, obtendrás una rica sopa”, luego el proceso comienza desde la selección misma de la fruta. Buscamos naranjas grandes, maduras, jugosas y con su piel ni muy gruesa ni muy delgada.

A la fruta le extraemos el jugo de forma manual. Nos quedamos solamente con un hemisferio de naranja vacía. La cascara se limpia y luego cocinada con abundante agua. Proceso que toma un día de dedicado trabajo. Esto hace que los poros de la fruta se abran y que las notas de sabor más amargo se evaporen

Durante los siguientes 6 días la cascara se cocina una vez al día en un jarabe que con azúcar. Día tras día se va generando un proceso de intercambio en donde la cascar lentamente pierde agua y la va remplazando en su interior por azúcar.

Azúcar, tiempo y paciencia son los principales ingredientes de este arte milenario.

Pasada una semana se detiene el proceso de confitura y ya la fruta está en condiciones “de conserva”, es decir, que cualquier proceso bacteriano que la pudiera deteriorar resulta imposible; por la pérdida de agua y por el reemplazo con el azúcar. Pero más allá de este fenómeno netamente técnico, lo que tenemos es una cáscara de naranja dulce, agradable para el paladar y de textura característicamente blanda.

Una vez que el goloso hombre aprendió a conservar las frutas solo era cuestión de imaginación para que lo convirtiera en un confite y para ello el chocolate es el maridaje perfecto. Sabores más ácidos combinan muy bien con chocolates más amargos. Truffelinos corta la cáscara de naranja en julianas de aproximadamente 3 a 4 centímetros de largo y unos 3 milímetros de ancho, ellas son recubiertas con chocolate del 55% (leer más) “et voilà”, tenemos este clásico de clásicos que es uno de los productos más apreciados en nuestra casa chocolatera.

Ahora que ya sabes cómo lo hacemos la invitación es a disfrutarla.